Los diamantes cultivados en laboratorio se comparan a menudo con los diamantes naturales, especialmente en términos de dureza.
Tanto los diamantes cultivados en laboratorio como los naturales tienen una puntuación perfecta de 10 en la escala de dureza de Mohs.
Esta puntuación perfecta significa que son igualmente duraderos y resistentes a los arañazos, por lo que son ideales para el uso diario.
La dureza de los diamantes, ya sean naturales o cultivados en laboratorio, viene determinada por su estructura y pureza.
Los diamantes están formados por átomos de carbono estrechamente unidos en una red cristalina, lo que les confiere una dureza excepcional.
La dureza de un diamante puede variar ligeramente en función de su perfección y orientación cristalinas.
Por ejemplo, los diamantes con cristales impecables y puros, orientados en la dirección [111], presentan una mayor dureza.
En los diamantes cultivados en laboratorio, la dureza también puede verse influida por el método de producción y el tipo de diamante producido.
El diamante nanocristalino producido mediante deposición química de vapor (CVD) puede tener una dureza que oscila entre el 30% y el 75% de la del diamante monocristalino.
Esta variabilidad permite adaptar la dureza a aplicaciones específicas.
Algunos diamantes sintéticos monocristales y diamantes nanocristalinos HPHT (alta presión y alta temperatura) pueden ser incluso más duros que cualquier diamante natural conocido.
Tanto los diamantes cultivados en laboratorio como los naturales son reconocidos por su dureza y durabilidad.
El Instituto Gemológico de América (GIA) ha estado clasificando los diamantes cultivados en laboratorio desde 2007.
El GIA ya no utiliza el término "sintético" para los diamantes cultivados en laboratorio, lo que refleja su equivalencia en dureza y otras propiedades con los diamantes naturales.
Este reconocimiento subraya el hecho de que los diamantes cultivados en laboratorio son química, óptica y físicamente idénticos a los diamantes naturales, incluida su dureza.
En resumen, los diamantes cultivados en laboratorio ofrecen la misma dureza y durabilidad que los diamantes naturales, lo que los convierte en una opción rentable y viable para quienes buscan diamantes de alta calidad.
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