Para refrigerar una bobina de inducción, se suele aplicar la refrigeración por agua. Esto es necesario porque la bobina, fabricada con un material conductor como el cobre, experimenta un calor considerable debido al efecto Joule cuando circula por ella una corriente elevada que genera un campo magnético. La generación de calor se debe al efecto piel dentro del conductor de la bobina, que puede dar lugar a altas temperaturas si no se controla adecuadamente.
Sistema de refrigeración por agua:
El sistema de refrigeración consiste en hacer circular agua a través de canales o tuberías dentro o alrededor de la bobina. El agua absorbe el calor generado por la bobina, evitando así que ésta se funda o sufra daños. El caudal de agua necesario para la refrigeración depende de la potencia del horno de inducción. Por ejemplo, una pauta común sugiere utilizar 1 galón de agua por cada 25 kW de potencia a 40 PSI. Por lo tanto, un suministro de potencia de inducción de 200 kW requeriría un mínimo de 8 galones por minuto (GPM) de caudal de agua. Sin embargo, es posible que el caudal real deba ser mayor en función de las configuraciones específicas de las bobinas y de la presencia de corrientes más elevadas.Importancia de la refrigeración:
Una refrigeración eficaz es crucial por varias razones. En primer lugar, garantiza la longevidad y fiabilidad de la bobina de inducción al evitar el sobrecalentamiento. En segundo lugar, mantiene la eficacia del proceso de calentamiento por inducción, ya que un exceso de calor en la bobina podría provocar pérdidas de energía. Por último, favorece la capacidad de fusión y enfriamiento rápidos de los hornos de inducción, que son ventajas clave de esta tecnología. El enfriamiento rápido permite un control preciso de la microestructura y las propiedades del metal, lo que mejora la calidad del producto final.
Supervisión y mantenimiento: