Los tres componentes del autoclave son la temperatura, la presión y el tiempo. Estos componentes trabajan juntos para asegurar una esterilización efectiva en un autoclave.
Temperatura: El principal componente que mata los microorganismos en un autoclave es la alta temperatura. Normalmente, los autoclaves funcionan a 121°C (250°F). Esta temperatura es letal para la mayoría de las bacterias, virus y hongos, garantizando que los materiales que se esterilizan estén libres de estos microorganismos. La temperatura debe mantenerse durante un tiempo determinado para garantizar una esterilización completa.
Presión: La presión en un autoclave se utiliza para elevar el punto de ebullición del agua, permitiéndole alcanzar la temperatura de esterilización requerida de 121°C. A una presión atmosférica normal, el agua hierve a 100°C. Al aumentar la presión dentro de la cámara del autoclave, se eleva el punto de ebullición del agua, lo que a su vez aumenta la temperatura que se puede alcanzar con el vapor. Este vapor a presión es crucial para penetrar en los materiales que se esterilizan, especialmente si son voluminosos o contienen grandes volúmenes de líquidos. La presión estándar utilizada en los autoclaves es de 15 psi (103 kPa o 1,02 atm).
Tiempo: El tiempo durante el cual los materiales están expuestos a la alta temperatura y presión es crítico para una esterilización efectiva. El tiempo típico de esterilización es de unos 20 minutos, aunque puede variar según el tamaño y el tipo de carga que se esterilice en autoclave. Por ejemplo, los objetos voluminosos o los grandes volúmenes de líquidos pueden requerir tiempos más largos para garantizar que todas las piezas alcancen la temperatura de esterilización necesaria.
En resumen, la combinación de alta temperatura, aumento de la presión y tiempo de exposición suficiente garantiza que un autoclave esterilice eficazmente los equipos y suministros, haciéndolos seguros para su uso en diversas aplicaciones, incluidos los entornos médicos y de laboratorio.
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