La combustión del biocarbón libera dióxido de carbono.
Cuando el biocarbón, compuesto principalmente de carbono, se quema, reacciona con el oxígeno del aire para producir dióxido de carbono y agua.
Este proceso es similar a la combustión de otros materiales basados en el carbono, como la madera o el carbón.
El biocarbón es un material rico en carbono que se produce calentando biomasa (como madera, residuos agrícolas o estiércol animal) en un proceso llamado pirólisis, que tiene lugar en ausencia de oxígeno.
Este proceso convierte la biomasa en biocarbón, bioaceite y gases como metano, hidrógeno, monóxido de carbono y dióxido de carbono.
El biocarbón producido es estable y puede almacenar carbono durante largos periodos, por lo que se utiliza a menudo para el secuestro de carbono y la mejora de la fertilidad del suelo.
Sin embargo, cuando el biocarbón se quema, el carbono que contiene se libera de nuevo a la atmósfera en forma de dióxido de carbono.
Esto se debe a que el proceso de combustión implica la oxidación del carbono para formar dióxido de carbono.
La referencia proporcionada menciona que la combustión del carbón vegetal (un tipo de biocarbón) produce dióxido de carbono y agua, ya que el carbón vegetal es principalmente carbono puro.
Este proceso de combustión es eficiente y produce menos humo en comparación con la quema de madera, pero sigue dando lugar a la emisión de dióxido de carbono, un gas de efecto invernadero.
En resumen, aunque el biocarbón es beneficioso para el secuestro de carbono cuando se añade al suelo, su combustión directa como combustible libera dióxido de carbono a la atmósfera, contribuyendo a las emisiones de gases de efecto invernadero.
Esto subraya la importancia de utilizar el biocarbón de forma responsable y considerar usos alternativos que maximicen su potencial de almacenamiento de carbono.
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