La pirólisis del plástico no se utiliza de forma generalizada debido, sobre todo, a problemas medioambientales y de viabilidad económica. El proceso, aunque prometedor en teoría como método para convertir los residuos plásticos en fuentes de energía útiles como el petróleo y el gas, se enfrenta a importantes retos en la práctica.
Preocupaciones medioambientales:
Las técnicas convencionales de pirólisis emiten gases tóxicos, como óxidos de nitrógeno y dióxido de azufre, que plantean graves riesgos para el medio ambiente y la salud. Estas emisiones se producen cuando el proceso no se controla adecuadamente, lo que pone de relieve la necesidad de una estricta supervisión reglamentaria y de tecnología avanzada para mitigar estas emisiones nocivas. La liberación de estos contaminantes contradice el objetivo de sostenibilidad medioambiental, haciendo que el proceso sea menos atractivo a pesar de sus beneficios potenciales en la gestión de residuos y la generación de energía.Viabilidad económica:
La viabilidad económica de las plantas de pirólisis de plástico es muy variable y a menudo marginal. El coste de producción está muy influido por la disponibilidad y el coste de la materia prima local. Aunque las unidades móviles más pequeñas se consideran más viables económicamente debido a su flexibilidad y menores gastos generales, siguen enfrentándose a retos en términos de eficiencia operativa y calidad del producto. Los productos finales, en particular el aceite y el gas derivados de la pirólisis, deben cumplir ciertas normas para ser comercializables. Sin embargo, la calidad de estos productos suele verse comprometida por la dificultad de controlar uniformemente la temperatura de la materia prima, especialmente en las instalaciones de pirólisis convencionales. Esta falta de uniformidad en la calidad de los productos hace que los precios de mercado sean más bajos y que el proceso resulte menos atractivo económicamente.
Retos normativos y de infraestructura: