Los metales no férreos pueden endurecerse mediante procesos como el endurecimiento por envejecimiento y el tratamiento térmico, que difieren de los métodos de endurecimiento utilizados para metales férreos como el acero. El endurecimiento por envejecimiento implica un lento proceso de precipitación que refuerza la matriz cristalina, mientras que el tratamiento térmico puede endurecer los metales en la superficie o en todo el material, mejorando la resistencia al desgaste y la durabilidad.
Endurecimiento por envejecimiento:
El endurecimiento por envejecimiento, también conocido como endurecimiento por precipitación, es un proceso específico de las aleaciones no ferrosas tratables térmicamente. A diferencia de los metales ferrosos, estas aleaciones no experimentan una transformación de ferrita. En su lugar, se endurecen mediante la precipitación de átomos de soluto en los límites de grano, lo que refuerza la matriz cristalina. Este proceso depende de la temperatura y suele ser lento, e implica un tratamiento de solución seguido de un enfriamiento controlado para permitir la precipitación de partículas finas dentro de la matriz. Este método se utiliza habitualmente para aleaciones como el aluminio, el cobre y el magnesio.Tratamiento térmico:
El tratamiento térmico es otro método utilizado para endurecer metales no ferrosos. Este proceso implica calentar el metal a una temperatura específica y después enfriarlo a una velocidad controlada. El objetivo es alterar la microestructura del metal para mejorar sus propiedades mecánicas. En el caso de los metales no ferrosos, esto puede implicar procesos como el recocido, el temple y el revenido. El recocido ablanda el metal reduciendo su dureza y aumentando su ductilidad, mientras que el temple enfría rápidamente el metal para aumentar su dureza y resistencia. El revenido se utiliza a continuación para reducir la fragilidad causada por el temple, equilibrando la dureza y la tenacidad.
Endurecimiento localizado:
Para aplicaciones específicas, pueden emplearse técnicas de endurecimiento localizado, como el endurecimiento por llama o el endurecimiento por inducción. Estos métodos se dirigen únicamente a zonas específicas de una pieza, dejando el resto del material inalterado. Esto es especialmente útil para componentes que requieren una gran dureza en determinadas zonas pero no en otras.
Nitruración: