El proceso de tratamiento térmico al vacío suele durar entre tres y 24 horas. Este plazo depende de los requisitos específicos de la pieza y del tipo de metal que se trate. Incluye el tiempo de inmersión, que es la duración necesaria para que un compuesto químico de purga complete su reacción. Esto garantiza que se produzcan los cambios deseados en la microestructura del material.
¿Cuánto dura el proceso de tratamiento térmico al vacío? (Explicación de las 3 etapas clave)
1. Tiempo de calentamiento y remojo
El proceso comienza con la colocación de las piezas metálicas en una cámara de tratamiento sellada.
Un sistema de bombeo al vacío evacua el aire, creando un entorno inerte.
A continuación, las piezas se calientan a temperaturas extremadamente altas, de hasta 1.316°C (2.400°F), a un ritmo controlado.
El tiempo de inmersión, una fase crítica en la que se mantiene la temperatura, varía significativamente en función de las especificaciones de la pieza y las propiedades del metal.
Este tiempo de remojo puede variar desde unas pocas horas hasta más de un día, asegurando una penetración y reacción del calor completa y uniforme.
2. Enfriamiento
Tras el periodo de inmersión, la temperatura se reduce gradualmente.
El proceso de enfriamiento también se gestiona cuidadosamente para evitar cambios bruscos que puedan provocar un choque térmico u otros efectos perjudiciales para la integridad del material.
La elección del medio y la velocidad de enfriamiento se adaptan al material específico y a las propiedades finales deseadas de la pieza.
3. Control por ordenador
Durante todo el proceso, desde el calentamiento hasta el enfriamiento, las operaciones se controlan por ordenador.
Esta automatización garantiza una gran precisión, repetibilidad y uniformidad en el tratamiento.
Es crucial para mantener una calidad y un rendimiento constantes de las piezas tratadas.
Ventajas y aplicaciones
El tratamiento térmico al vacío es especialmente beneficioso porque evita la oxidación y la descarburación, problemas habituales en los tratamientos térmicos convencionales.
Este método también evita la fragilización por hidrógeno y mejora significativamente las propiedades mecánicas de los materiales.
Las piezas tratadas suelen presentar una mayor durabilidad y rendimiento, con vidas útiles que pueden ser decenas o incluso cientos de veces superiores a las tratadas con métodos convencionales.
En resumen, la duración del proceso de tratamiento térmico al vacío es flexible. Está diseñado para satisfacer las necesidades metalúrgicas específicas de las piezas tratadas. El entorno controlado y el tiempo preciso garantizan que las piezas alcancen sus propiedades mecánicas óptimas sin los inconvenientes típicos asociados a los tratamientos térmicos atmosféricos.
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