Un horno de vacío se compone de varios elementos clave, como una carcasa sellada, dispositivos de calentamiento eléctrico, un sistema de vacío, un sistema de alimentación eléctrica y un sistema de control de la temperatura. La carcasa del horno suele ser de acero al carbono o acero inoxidable y está sellada para evitar fugas de aire. Se utilizan mecanismos de refrigeración, como agua o aire, para evitar que la carcasa se deforme a altas temperaturas. En el interior del horno se instalan diversos elementos calefactores, como resistencias, bobinas de inducción, electrodos y cañones de electrones, en función de la aplicación específica. Para la fusión de metales, también se incluyen crisoles y dispositivos de vertido automático o brazos mecánicos para la manipulación del material. El sistema de vacío consta de una bomba de vacío, válvulas de vacío y otros componentes necesarios para mantener el entorno de vacío. Además, el horno puede utilizar diferentes atmósferas, como vacío, argón, nitrógeno, hidrógeno u otras mezclas de gases, en función de los requisitos del proceso. Los elementos calefactores de los hornos de vacío suelen estar fabricados con materiales como grafito, molibdeno o tungsteno, que pueden soportar altas temperaturas y mantener bajas presiones en condiciones de vacío.
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