Durante el tratamiento térmico del acero, pueden producirse varios defectos debido a un control inadecuado del proceso de calentamiento, las velocidades de enfriamiento o la atmósfera dentro del horno. Estos defectos incluyen:
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Contaminación: Si no se controla la atmósfera del horno de tratamiento térmico, el acero puede contaminarse. Esta contaminación puede provocar una pérdida de resistencia y ductilidad, así como un aumento de la fragilidad. También puede afectar a la microestructura del acero, con la consiguiente pérdida de estabilidad dimensional y reducción de la vida útil. La contaminación también puede provocar corrosión y otros daños en el acero.
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Agrietamiento: En casos graves de contaminación o enfriamiento inadecuado, el acero puede agrietarse. Esto es especialmente probable si el acero se enfría demasiado rápido, lo que puede provocar tensiones internas que superen la resistencia del material.
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Distorsión: Un calentamiento o enfriamiento inadecuados pueden provocar distorsiones en las piezas de acero. Esto suele deberse a un calentamiento o enfriamiento desigual, que hace que las distintas partes del acero se expandan o contraigan a ritmos diferentes, lo que provoca alabeos o flexiones.
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Crecimiento del grano: Si el acero se calienta a una temperatura demasiado alta o se mantiene a altas temperaturas durante demasiado tiempo, puede producirse un crecimiento excesivo del grano. Los granos grandes pueden reducir la resistencia y la tenacidad del acero, haciéndolo menos adecuado para la aplicación prevista.
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Descarburación o carburación: Dependiendo de la atmósfera del horno, el acero puede perder carbono (descarburación) o ganarlo (carburación). Ambos procesos pueden alterar las propiedades mecánicas del acero: la descarburación reduce la dureza y la carburación puede provocar fragilidad.
Para evitar estos defectos, es fundamental mantener una atmósfera controlada durante el tratamiento térmico, garantizar velocidades de calentamiento y enfriamiento adecuadas y supervisar de cerca la temperatura y la duración del proceso de tratamiento térmico. Esto es especialmente importante en industrias como la aeroespacial, automoción, petroquímica y energía nuclear, donde la calidad y el rendimiento de los componentes de acero son críticos.
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