El interior de un horno se compone principalmente de un revestimiento refractario, diseñado para soportar altas temperaturas y proteger el armazón exterior de acero del calor y los materiales corrosivos. Este revestimiento puede consistir en ladrillos refractarios u hormigón refractario moldeado, dependiendo de los requisitos específicos del funcionamiento del horno.
Revestimiento refractario:
El revestimiento refractario cumple dos funciones principales: aislamiento y protección. Aísla la coraza de acero de las altas temperaturas del interior del horno, que pueden alcanzar hasta 1000 °C o más. Este aislamiento es crucial, ya que impide que el revestimiento de acero alcance temperaturas que podrían dañarlo o deformarlo. El revestimiento también protege al acero de las propiedades corrosivas del material que se calienta en el horno. El grosor del revestimiento refractario suele oscilar entre 80 y 300 mm, lo que garantiza un descenso significativo de la temperatura entre el interior caliente y el exterior más frío del horno.Consideraciones sobre materiales y diseño:
La elección del material refractario depende de la temperatura en el interior del horno y de la naturaleza química del material que se procesa. Por ejemplo, en el procesamiento del cemento, mantener una capa del material procesado sobre la superficie refractaria puede prolongar la vida del refractario. El refractario debe ser capaz de mantener una caída de temperatura de al menos 1.000 °C entre sus caras caliente y fría. A menudo se utilizan escáneres de infrarrojos continuos para controlar la temperatura de la coraza y detectar cualquier "punto caliente" que pudiera indicar un fallo en el revestimiento refractario.
Importancia en el funcionamiento del horno: