Los distintos tipos de placas calientes que se utilizan en los laboratorios son de cerámica, aluminio y acero inoxidable. Cada tipo de superficie de la placa caliente tiene sus propias propiedades únicas y es el más adecuado para aplicaciones específicas.
Las placas de cerámica son conocidas por su excelente transferencia de calor y calentamiento uniforme. Soportan altas temperaturas y son resistentes a la corrosión química. Las placas calefactoras cerámicas se suelen utilizar para aplicaciones generales de calentamiento y ebullición.
Las placas de aluminio son ligeras y tienen una buena conductividad térmica. Se calientan rápidamente y son ideales para calentar y hervir rápidamente. Sin embargo, el aluminio no es tan duradero como la cerámica o el acero inoxidable y puede corroerse con el tiempo.
Las placas de acero inoxidable son las más duraderas y resistentes a la corrosión. Tienen buena conductividad térmica y son adecuadas para una amplia gama de aplicaciones, como el calentamiento a alta temperatura y la agitación. Las placas de acero inoxidable se utilizan habitualmente en laboratorios de investigación y entornos industriales.
A la hora de elegir una placa calefactora, es importante tener en cuenta los requisitos específicos de su aplicación, como el intervalo de temperatura deseado, la velocidad de calentamiento y la compatibilidad química.
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