El recocido tiene lugar a diferentes temperaturas dependiendo de la aleación y del tipo específico de proceso de recocido que se utilice. El intervalo de temperatura para el recocido de proceso suele oscilar entre 260 °C (500 °F) y 760 °C (1400 °F), y la temperatura exacta depende de la aleación. El proceso de recocido es adecuado principalmente para aceros con bajo contenido en carbono y consiste en calentar el material a una temperatura justo por debajo de la temperatura crítica inferior del acero.
En el caso de los aceros, existen distintos tipos de procesos de recocido que se producen a diferentes rangos de temperatura. El recocido subcrítico tiene lugar a temperaturas entre 538°C - 649°C (1000°F - 1200°F), donde no se produce ningún cambio en la estructura cristalina. El recocido intermedio se realiza a temperaturas entre 649°C - 760°C (1200°F - 1400°F), con cierta transformación a austenita. El recocido completo implica la austenitización completa de la pieza a temperaturas comprendidas entre 816 °C y 927 °C (1500 °F y 1700 °F).
El recocido por difusión es otro tipo de recocido que se realiza a temperaturas muy elevadas, principalmente entre 1050 y 1250 °C (1922 y 2282 °F), y durante largos periodos, de hasta 50 horas. Este tipo de recocido se utiliza para eliminar las inhomogeneidades de la estructura o las diferencias de concentración en la pieza.
El recocido de recristalización se realiza a temperaturas entre 450 y 800 °C (842 y 1472 °F) y se utiliza para transformar una estructura que se ha enderezado debido al conformado en frío y restaurar las propiedades originales del material.
El recocido por disolución se utiliza principalmente para el acero inoxidable austenítico y se realiza a temperaturas que oscilan entre 900 °C y 1100 °C (1652 °F y 2012 °F). Su principal objetivo es disolver las fases de precipitación en cristales mixtos y reducir la deformación del material.
En general, el recocido es un proceso de tratamiento térmico que altera las propiedades físicas y a veces químicas de un material para aumentar su ductilidad y reducir su dureza. Consiste en calentar el material por encima de su temperatura de recristalización, mantener la temperatura durante un tiempo adecuado y, a continuación, enfriarlo. Se utilizan distintos tipos de procesos de recocido en función de los requisitos específicos del material y del resultado deseado.
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