En efecto, el tratamiento térmico puede mejorar la resistencia a la corrosión de determinados materiales, especialmente los aceros inoxidables. Esto se consigue a menudo mediante procesos como el recocido en disolución, que mejora tanto la resistencia a la corrosión como la ductilidad en materiales como los aceros inoxidables de la serie 300.
5 Beneficios clave del tratamiento térmico para la resistencia a la corrosión
1. Recocido por disolución en aceros inoxidables
El recocido por disolución es un tipo específico de tratamiento térmico que consiste en calentar el metal a alta temperatura y enfriarlo rápidamente. Este proceso es especialmente eficaz para los aceros inoxidables porque ayuda a disolver los carburos que se han formado en el material, que de otro modo pueden provocar corrosión localizada. Al disolver estos carburos, la resistencia a la corrosión del material mejora considerablemente. Además, el recocido en solución también mejora la ductilidad del acero, haciéndolo más moldeable y menos propenso a agrietarse durante los procesos de fabricación.
2. Alivio de tensiones
El tratamiento térmico puede aliviar las tensiones internas de los metales, lo que es crucial para mejorar su mecanizabilidad y soldabilidad. Este alivio de tensiones también puede prevenir la corrosión futura al reducir la probabilidad de agrietamiento por corrosión bajo tensión.
3. Aumento de la resistencia y la ductilidad
Al alterar la microestructura del metal, el tratamiento térmico puede hacer que los materiales sean más resistentes y dúctiles. Esto no sólo mejora sus propiedades mecánicas, sino también su resistencia al desgaste, lo que contribuye indirectamente a una mayor resistencia a la corrosión al mantener la integridad de la superficie del material.
4. Resistencia al desgaste
El tratamiento térmico puede endurecer los materiales, ya sea en la superficie o en toda la pieza, haciéndolos más resistentes al desgaste. Esto es especialmente importante en entornos en los que la abrasión puede provocar daños en la superficie y la consiguiente corrosión.
5. Tratamiento térmico en atmósfera controlada
Para mejorar aún más los beneficios del tratamiento térmico, especialmente en términos de propiedades superficiales, a menudo se emplea el tratamiento térmico en atmósfera controlada. Este método consiste en calentar el metal en un entorno libre de elementos reactivos como el oxígeno, que de otro modo pueden provocar la oxidación de la superficie y reducir la resistencia a la corrosión. Mediante el uso de gases no reactivos o sales fundidas, la superficie del metal puede protegerse de reacciones no deseadas, manteniendo su integridad y resistencia a la corrosión.
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