Las tres etapas del proceso de tratamiento térmico son el calentamiento, el remojo y el enfriamiento.
Calentamiento: Esta etapa consiste en elevar la temperatura del metal hasta un nivel determinado. El proceso de calentamiento debe realizarse lentamente para garantizar que la temperatura del metal se mantiene constante, evitando un calentamiento desigual que puede provocar deformaciones o roturas en el metal. La temperatura puede alcanzar los 2.400 F, dependiendo del tipo de metal y del resultado deseado del tratamiento.
Remojo: Una vez que el metal se ha calentado a la temperatura deseada, se mantiene a esa temperatura durante un tiempo determinado. Esta etapa se conoce como remojo. El objetivo del remojo es mantener la temperatura del metal hasta que se forme la estructura interna deseada. El tiempo a esta temperatura puede variar desde unos segundos hasta 60 horas o más, dependiendo del tipo de metal y del proceso de tratamiento térmico específico que se utilice.
Enfriamiento: La última fase del tratamiento térmico es el enfriamiento. En esta fase, el metal se enfría hasta alcanzar la temperatura ambiente de acuerdo con los métodos prescritos. El método y la velocidad de enfriamiento pueden afectar significativamente a las propiedades finales del metal. El enfriamiento puede realizarse con gas, en sal, en aire o en aceite, en función de los requisitos específicos del proceso de tratamiento térmico.
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