Los hornos de laboratorio funcionan principalmente mediante transferencia de calor radiante para calentar los objetos colocados dentro de sus cámaras. Estos hornos están diseñados para mantener temperaturas uniformes y se utilizan para diversas aplicaciones, como la quema de aglutinantes, la sinterización y la fusión. Están construidos con materiales refractarios de alta temperatura para mantener operaciones prolongadas a alta temperatura sin degradación.
Mecanismo de transferencia de calor:
El principal modo de transferencia de calor en los hornos de laboratorio es el calor radiante. La transferencia de calor radiante implica la emisión de ondas electromagnéticas desde una fuente de calor, que luego son absorbidas por los materiales dentro del horno. Este método garantiza un calentamiento eficaz y uniforme de las muestras, independientemente de su posición dentro de la cámara del horno.Construcción y materiales:
Los hornos de laboratorio se construyen utilizando materiales refractarios, que son capaces de soportar altas temperaturas sin sufrir cambios físicos o químicos significativos. Estos materiales incluyen cerámicas y ciertos metales que tienen altos puntos de fusión y buena resistencia térmica. El uso de estos materiales permite que los hornos funcionen de forma continua durante largos periodos, a veces meses, para completar conjuntos de procesamiento específicos.
Tipos y configuraciones:
Existen varios tipos de hornos de laboratorio, cada uno diseñado para aplicaciones específicas. Las configuraciones comunes incluyen hornos de caja, hornos tubulares y hornos de crisol. Los hornos de caja son versátiles y pueden alojar muestras grandes, mientras que los hornos de tubo son adecuados para procesos que requieren una atmósfera controlada. Los hornos de crisol suelen utilizarse para fundir materiales. Estos hornos pueden funcionar en diferentes atmósferas, como aire, vacío o gases inertes, en función de los requisitos del experimento.Control y características: