El metal puede calentarse mucho, dependiendo del tipo de metal y de la aplicación específica. El acero al carbono y el acero inoxidable pueden alcanzar temperaturas de entre 1425-1540°C (2597-2800°F) y 1375-1530°C (2500-2785°F) respectivamente. El titanio tiene un punto de fusión de 1670°C (3038°F), mientras que el tungsteno puede soportar temperaturas de hasta 3400°C (6152°F).
Para altas temperaturas, se suele utilizar molibdeno, ya que puede tolerar temperaturas de hasta 2500°C (4532°F). El wolframio es aún más resistente al calor y se utiliza para temperaturas superiores a 2500°C. El acero, por su parte, es adecuado para temperaturas de la zona caliente inferiores a 1000°C (1832°F).
En algunos casos, las zonas calientes híbridas se construyen utilizando una combinación de metales, grafito y cerámica. El grafito y la cerámica proporcionan aislamiento térmico, lo que reduce los costes de construcción y mejora el aislamiento. Esto significa que las zonas calientes híbridas pueden funcionar a temperaturas más bajas y requieren menos inversión.
Las zonas calientes de los hornos de alta temperatura, los hornos de crecimiento de cristales y los hornos de crecimiento de zafiro suelen ser metálicas. El molibdeno, el molibdeno-lantano, el TZM, el wolframio y el tántalo son los metales más utilizados en estas zonas calientes. El molibdeno es el metal más utilizado, con un rango de temperaturas de 1000-2500°C (1800-4532°F). El tungsteno se utiliza para temperaturas superiores a 2500°C, mientras que los metales ordinarios resistentes al calor, como el acero, pueden utilizarse para temperaturas inferiores a 1000°C.
La eficacia de los procesos de fusión de metales depende del punto de fusión del metal. El acero, con un punto de fusión de unos 1300°C (2500°F), puede fundirse eficazmente en hornos de inducción. La bobina esencial de alto voltaje de los hornos de inducción permite un calentamiento rápido, lo que se traduce en una mayor eficiencia térmica y una mejor producción de acero.
El metal fundido en sí no presenta propiedades magnéticas. Los metales pierden su magnetismo antes de alcanzar su punto de fusión, a una temperatura conocida como temperatura de Curie. La temperatura de Curie es diferente para cada metal y es la temperatura a la que el material pierde sus propiedades magnéticas permanentes.
La escoria es un subproducto del proceso de fundición cuando un metal deseado se separa de su mineral en bruto. Suele estar compuesta de óxidos metálicos, dióxido de silicio y también puede contener sulfuros metálicos y metales elementales. La escoria cumple múltiples funciones, entre ellas controlar la temperatura del proceso de fundición y evitar la reoxidación del producto metálico líquido final antes de verterlo.
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