El grosor típico de los revestimientos PVD (deposición física de vapor) oscila entre 0,25 y 5 micras. En este rango influyen la aplicación y los requisitos específicos del revestimiento. Para fines decorativos, como en chapas de acero inoxidable, el revestimiento puede ser tan fino como 0,30 micras. En aplicaciones funcionales, el grosor suele variar entre 2 y 5 micras. La elección del grosor es crucial, ya que afecta a las características de rendimiento del revestimiento, como la dureza, la resistencia al desgaste y las propiedades de fricción.
La delgadez de los revestimientos PVD es una ventaja significativa, ya que les permite mantener las tolerancias dimensionales y proporcionar una excelente adherencia a los sustratos sin alterar significativamente el aspecto del material. Por ejemplo, incluso un revestimiento PVD de 5 micras de grosor es apenas perceptible, especialmente si se compara con el diámetro de un cabello humano, que es de aproximadamente 80 micras. Esta delgadez permite a los revestimientos PVD mejorar propiedades como la suavidad, la dureza, la resistencia a la corrosión y la capacidad de carga sin añadir volumen ni cambiar la estética del material.
En aplicaciones en las que el producto está sometido a duras condiciones de desgaste, la selección tanto del material de revestimiento como de su grosor se vuelve crítica. Normalmente, se recomiendan revestimientos más gruesos (superiores a 1 micra), junto con sustratos más duros para soportar el revestimiento y evitar que alcance el punto de fractura bajo presión localizada. Esto garantiza que el revestimiento pueda soportar situaciones de tensión sin fallar.
En general, el grosor de los revestimientos PVD es un parámetro crítico que debe elegirse cuidadosamente en función de las necesidades específicas de la aplicación, equilibrando las propiedades funcionales deseadas con la conservación de las características originales del material.
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