La soldadura fuerte es un proceso de tratamiento térmico en el que se unen dos o más materiales utilizando un metal de aportación con un punto de fusión inferior al de los materiales de base. Este proceso suele realizarse a temperaturas superiores a 450 °C (840 °F), lo que lo distingue de la soldadura, que se produce a temperaturas inferiores. El metal de aportación se calienta a una temperatura ligeramente superior a su punto de fusión, lo que le permite fluir y humedecer los materiales base, formando una unión fuerte y permanente.
Detalles del proceso:
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Temperatura y calentamiento: Los materiales se calientan a una temperatura superior en unos 100°F al punto de fusión del metal de aportación. Esto garantiza que el metal de aportación se funda y pueda fluir hacia la unión entre los materiales base. El intervalo de temperatura de la soldadura fuerte puede variar mucho, normalmente entre 500°C y 1200°C, dependiendo de los materiales y del metal de aportación utilizado.
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Metal de aportación y humectación: El metal de aportación debe tener un punto de fusión inferior al de los materiales que se van a unir. Una vez calentado, el metal de aportación debe humedecer las superficies de los materiales base. La humectación es crucial para el éxito de la soldadura, ya que garantiza que el metal de aportación se extienda uniformemente y se adhiera a las superficies, creando una unión fuerte.
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Control de la atmósfera: En la soldadura fuerte en horno, la atmósfera dentro del horno se controla para evitar la oxidación y garantizar una humectación adecuada. Esto puede lograrse mediante el uso de aire, gases inertes o condiciones de vacío. Por ejemplo, en la soldadura fuerte en horno de aire, se utiliza un fundente para eliminar los óxidos, mientras que en entornos de gas inerte o vacío, la propia atmósfera ayuda a eliminar los óxidos.
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Enfriamiento y tratamientos posteriores a la soldadura fuerte: Después de que el metal de aportación haya fluido y unido los materiales, el conjunto se enfría lentamente hasta alcanzar la temperatura ambiente para minimizar la tensión térmica y la distorsión. Pueden realizarse tratamientos posteriores a la soldadura fuerte, como tratamiento térmico, mecanizado o acabado superficial, para mejorar las propiedades y el aspecto de la unión.
Aplicaciones y materiales:
La soldadura fuerte puede utilizarse para unir casi cualquier metal o cerámica, siempre que el metal de aportación pueda humedecer las superficies de los materiales. Esta versatilidad hace que la soldadura fuerte sea una opción popular en varias industrias, como la automovilística, la aeroespacial y la electrónica, donde se requieren uniones fuertes y fiables.
En resumen, la soldadura fuerte es un proceso crítico de tratamiento térmico que utiliza un metal de aportación para unir materiales a altas temperaturas, garantizando una unión duradera y fiable. El proceso implica un cuidadoso control de la temperatura, la atmósfera y el enfriamiento para lograr resultados óptimos.