Cuando se trata de templar acero, la temperatura desempeña un papel crucial.
La mejor temperatura para endurecer el acero suele ser superior a 900°C (1652°F).
Esta alta temperatura es necesaria para transformar el acero en un estado denominado austenita.
La austenita es una fase de alta temperatura del acero que es relativamente blanda y puede endurecerse mediante un enfriamiento rápido.
Explicación de los 3 pasos clave
1. Calentamiento
Para endurecer el acero, primero se calienta a una temperatura superior a su temperatura crítica superior.
Esta temperatura suele rondar los 900 °C (1652 °F) para la mayoría de los aceros.
Esta temperatura es crítica porque permite que el acero alcance la fase austenítica.
En esta fase, los átomos de carbono se disuelven en la matriz de hierro, preparando el acero para el proceso de endurecimiento.
2. Enfriamiento
Una vez alcanzada la fase austenítica, el acero se enfría rápidamente en un medio como aceite, agua, salmuera o gas.
Este enfriamiento rápido es esencial para transformar la austenita en martensita, una fase dura y quebradiza del acero.
La velocidad de enfriamiento es crucial, ya que determina la dureza del acero.
Un enfriamiento más rápido suele dar como resultado un acero más duro, pero también aumenta el riesgo de fisuración debido a las elevadas tensiones internas inducidas por la rápida transformación.
3. Revenido
Tras el proceso de temple, el acero suele templarse.
El revenido consiste en recalentar el acero a una temperatura más baja (normalmente entre 150 °C y 650 °C o entre 302 °F y 1202 °F) y después enfriarlo lentamente.
Este proceso reduce la dureza y fragilidad de la martensita, haciendo que el acero sea más resistente y menos propenso a agrietarse.
La temperatura exacta y la duración del revenido dependen del equilibrio deseado entre dureza y tenacidad para la aplicación específica del acero.
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