El papel de la atmósfera del horno es crucial para controlar las reacciones químicas que se producen durante el proceso de tratamiento térmico de los materiales. Tiene dos objetivos principales: proteger el material de las reacciones superficiales, haciéndolo químicamente inerte o protector, y facilitar los cambios superficiales en el material, haciéndolo químicamente activo o reactivo.
Protección frente a las reacciones superficiales:
La atmósfera del horno actúa como barrera contra las reacciones químicas no deseadas, como la oxidación y la descarburación, que pueden degradar las propiedades superficiales del material. Mediante el uso de gases inertes como el nitrógeno o el argón, o gases reductores como el hidrógeno o el gas formador (una mezcla de nitrógeno e hidrógeno), el ambiente del horno impide que el material reaccione con el oxígeno u otros elementos reactivos presentes en el aire. Esto es especialmente importante cuando el material se expone a altas temperaturas, que pueden acelerar estas reacciones indeseables.Facilitación de los cambios superficiales:
Por el contrario, hay situaciones en las que la atmósfera del horno está diseñada para participar activamente en la química superficial del material. Por ejemplo, en los procesos de carburación o nitruración, la atmósfera contiene gases que introducen carbono o nitrógeno en la superficie del material, mejorando su dureza y resistencia al desgaste. En estos casos, la atmósfera es químicamente reactiva, promoviendo transformaciones superficiales específicas que mejoran las propiedades del material.
Importancia en los procesos de tratamiento térmico: