La temperatura óptima para la soldadura fuerte del cobre en un horno suele estar entre 1.100 y 1.500℉. Sin embargo, es importante tener en cuenta que la temperatura puede variar dependiendo de la aleación de cobre específica que se esté soldando.
Antes de soldar cobre, la atmósfera del horno debe ser ligeramente positiva cuando se utilice hidrógeno. Para evitar la contaminación de los componentes internos del horno, éste se evacua primero a una presión baja de 10-2 a 10-4 mbar (10-2 a 10-4 Torr) para eliminar el aire residual. A continuación, se eleva la temperatura hasta aproximadamente 955°C (1750°F) para permitir la desgasificación y eliminar cualquier contaminación superficial. Por último, se calienta el horno a la temperatura de soldadura fuerte, que normalmente es de 1100-1120°C (2000-2050°F), bajo una presión parcial de gas inerte de hasta 1 mbar (0,75 Torr) para inhibir la evaporación del cobre.
La temperatura del horno debe aumentarse gradualmente hasta alcanzar la temperatura de soldadura fuerte, normalmente entre 500°C y 1200°C, para garantizar una distribución adecuada del calor y minimizar las tensiones térmicas. La temperatura de soldadura fuerte debe mantenerse durante un tiempo determinado para permitir que el metal de aportación se funda, fluya y humedezca los metales base, creando una unión resistente.
Una vez finalizado el proceso de soldadura fuerte, el horno debe enfriarse lentamente a temperatura ambiente para minimizar la tensión térmica y la distorsión. A continuación, las piezas pueden sacarse del horno e inspeccionarse para comprobar su calidad. Si es necesario, pueden realizarse tratamientos posteriores a la soldadura fuerte, como tratamiento térmico, mecanizado o acabado superficial, para conseguir las propiedades y el aspecto deseados.
Es importante controlar cuidadosamente los niveles de hidrógeno, oxígeno y vapor de agua en el horno durante la soldadura fuerte en atmósfera reductora. La limpieza adecuada de las piezas antes de la soldadura es crucial para garantizar que estén libres de óxidos, contaminantes y aceites. El ciclo del horno, incluidas la rampa y la estabilización, también es fundamental para el éxito de la operación de soldadura fuerte.
Para la soldadura fuerte en vacío de cobre o aleaciones a base de cobre, las temperaturas de soldadura fuerte suelen superar los 1085°C (1985°F). Las temperaturas de soldadura fuerte en vacío suelen ser "altas", normalmente superiores a 1000°C (1832°F), lo que brinda la oportunidad de realizar tratamientos térmicos como parte del proceso de soldadura fuerte.
En resumen, la temperatura para la soldadura fuerte del cobre en un horno debe situarse entre 1.100 y 1.500℉, con intervalos de temperatura específicos en función de la aleación de cobre. La atmósfera del horno debe ser ligeramente positiva cuando se suelda con hidrógeno, y es importante un control cuidadoso de los niveles de hidrógeno, oxígeno y vapor de agua. La limpieza adecuada de las piezas y el control cuidadoso del ciclo del horno también son fundamentales para el éxito de la soldadura fuerte.
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